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Tangofulness paperback and kindle

“Tan sensible y descriptivo. ¡Amé las formas e imágenes que venían a mi mente mientras lo leía!”
Alejandra Mantiñan – para el capítulo “El sentido de tu camino de desarrollo personal en el tango

Nota: estos pensamientos son parte del libro Tangofulness: Explorando la conexión, la consciencia, y el sentido en el tango.

¿Dónde está ella? – El comienzo

¿Dónde está?

Eché un vistazo a la pista. No, no, no, pensaba. La tanda acababa de empezar. Vals. Decenas de parejas se formaron frente a mis ojos espontáneamente. Una detrás de la otra, entraban a la pista de baile y eran poseídas por la música. Una a una, empezaban a girar. Por un momento, sentí que estaba observando cómo una mano robótica invisible en una fábrica agarraba gentilmente a cada pareja y le daba vueltas con suavidad. 

¿Dónde está ella?

No tenía mucho tiempo. Una vez que haya algunas parejas en la pista, ya no será posible coger su mirada. ¿Qué vals es ese? Nunca lo había escuchado antes, aunque para ese entonces ya bailaba tango desde hacía más de diez años. Hubo ahí un violín que me erizó la piel. Era uno de esos valses nostálgicos y a la vez sutilmente felices. Cada frase musical era muy similar a la anterior, aunque siempre había un pequeño cambio. Un cambio que era precisamente el suficiente para hacerte sentir que sabías lo que estaba por venir y, al mismo tiempo, asegurarte que algo iba a sorprenderte. 

¿Dónde está ella?

Adoro las maratones pequeñas e íntimas de quizás 50 u 80 parejas, pero esto no era algo así. Allí había más de 200 parejas. Un hermoso buffet de abrazos. Lentos, rápidos, cálidos, tensos, abiertos, cerrados. Todo estaba allí, si podías encontrarlo. 

¿Dónde estás?

Podía sentir la primera parte del vals llegando a su fin. No sé mucho de música, pero de alguna manera sé cuando algo está por cambiar en la canción. Y estaba llegando. Maldición. Eso significa que alrededor de 35 o 40 segundos ya deben haber pasado. 

¿Dónde estás?

Mi corazón vuela cuando escucho las dulces notas de un vals. Inmediatamente siento dos partes de mí luchando una contra la otra. Una quiere que cierre los ojos y no haga nada. Solo escuchar, con una pequeña sonrisa en mi cara. El tipo de sonrisa que tendrías si recordaras una hermosa memoria de la infancia, cuando estabas jugando en el campo, o cuando recibías un juguete en la víspera de Año Nuevo. La otra parte de mí siente como si un hada mágica estuviera tirando de mí suavemente hacia arriba y adelante a través de una pequeña cuerda atada al centro de mi pecho. Es una invitación gentil a fluir con la música. Hay seguridad en este llamado, similar a lo que sentías cuando te despertabas de niño durante la noche, solo para encontrar a tu madre junto a ti, dándote un cálido abrazo. A la vez, este llamado me recuerda a aquel bello momento en el que senté a mi hijo de tres años en un carrusel por primera vez. Mientras lo miraba a los ojos, pude ver a una persona experimentando magia. Él miraba los postes dorados, las flores de plástico, y a los otros niños que tomaban sus asientos. Algunos de los animales habían perdido algo de su color, una clara señal de miles de momentos felices. Cuando el caballito que él montaba empezó a moverse rítmicamente arriba y abajo, una sonrisa enorme apareció en su cara. Sus ojos pasaron de mí a su madre, de vuelta a mí, y luego de vuelta a su madre, mientras la música navideña sonaba en el fondo, y todo estaba girando. Decidí dejar de sostenerlo. Vas por tu cuenta, amigo. Por un instante él se sintió inseguro, y luego sus ojos brillaron. Lo estaba haciendo. Solo. Arriba y abajo, girando, rodeado por la música. 

¿Era ella a quien acabo de ver?

Justo entre las parejas, pude verla, mirándome a mí. Moví mi cabeza, esperé a que un par de bailarines se hicieran a un lado, y pude verla asentir y sonreír. Los violines cambiaron precisamente en ese momento. Nos encontramos, nos abrazamos. El carrusel.

Yo ya no estaba ahí. Ni siquiera sentía que los pasos se me ocurrían a mí. La música se sentía como una nube que nos hacía levitar mientras nosotros girábamos. No había ni un solo malentendido. Ambos estábamos escuchando la música de la misma manera. Cada paso se sentía natural, esperado, sin importar cuán complicado o directo fuera. El abrazo era elástico, y aún así íntimo. Estábamos compartiendo nuestro espacio, y nuestro espacio “nos compartía a nosotros”. El tiempo pasaba velozmente, sin embargo, cada momento se sentía completo y largo.

La tanda terminó. Me tomé un momento para sentarme con mis manos sobre el corazón.

No pude dejar de pensar en esa tanda por días. ¿Cómo obtengo eso de nuevo? ¿Cómo encuentro ese tipo de conexión con más frecuencia? ¿Cómo obtengo más de ella? ¿Es eso adicción? Sin dudas, parece serlo.

Empecé a buscar respuestas. ¿Cuál es la raíz de la conexión? Sentía que no encontraría la respuesta en el tango. Después de todo, la sensación de conexión es un rasgo humano. Todo el mundo es capaz de ella. ¿Cómo puedo incorporar esta sensación de conexión en todos mis bailes, o al menos, en la mayoría de ellos? ¿Siquiera es posible?

¿Qué estaba siquiera buscando? Intenté buscar maneras de describir el objeto de mi búsqueda. ¿Conexión? Sí, no solo eso. ¿Consciencia? Sin dudas. ¿Fluidez? Definitivamente. ¿Qué era? No podía encontrar una palabra.

Empecé a hacer preguntas a bailarines sociales, entrevistar maestros, leer libros sobre conexión, tango, relaciones, música, psicología, comunicación, nuestro cuerpo. Parecía haber miles de elementos que nos pueden ayudar a experimentar conexión y otros miles que pueden destruirla. Me estaba confundiendo más y más cada día que pasaba. Hasta que un día, leí una publicación en el blog de Tony Robbins.

(Continúa debajo…)

Nota: estos pensamientos son parte del libro Tangofulness: Explorando la conexión, la consciencia y el significado en el tango.

El mismo está disponible en Amazon para envíos a todo el mundo.

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“En el minuto en el que decides enfocarte en algo, le asignas a aquello un sentido y lo infundes con sentimiento. Definir un evento produce emoción y determina tu estado interno. El sentido que le asignas a cualquier evento, interacción o resultado, define el tono emocional de tu experiencia y los sentimientos que generas durante tu vida. Sentido equivale a emoción, y emoción equivale a vida. El sentido que le das a tus experiencias siempre cambiará cómo te sientes, y la emoción que sientes siempre se convertirá en la calidad de tu vida. Nuestras memorias son en realidad anclas para sentir estados, imágenes, sonidos, y sensaciones; todos estos aspectos dependen del sentido que les damos.”

La conexión proviene del sentido, pensé. El sentido que le asignamos a las cosas se convierte luego en un filtro a través del cual vemos el mundo. Eso es. Finalmente, tenía un principio guía que me ayudaría a organizar mi investigación.

Necesitaba entender cómo yo doy sentido a las cosas y cómo mi cuerpo (inconsciente) da sentido. También, si estaba buscando una conexión real, necesitaba entender cómo otros dan sentido. Hice una lista de todos los elementos que se me podían ocurrir en relación al tango. Abrazo, música, confianza, comunicación, roles, fracaso, desprecio, descarga a tierra, y la lista seguía y seguía. Había tantos tópicos que otra vez me sentía perdido.

¿Qué estás intentando comprender realmente?, me pregunté a mí mismo. No podía encontrar la palabra. Mientras buscaba el próximo libro que leería, vi uno llamado “Bodyfulness”. Por un segundo, no pude creer lo que veían mis ojos. Tangofulness, pensé. Eso es lo que estoy buscando, ¡Tangofulness! (Nota de la Traductora: Tangofulness es un neologismo proveniente de las palabras “Tango” y “fullness”. Esta última refiere a una sensación de completitud.)

Ahora, si nunca has creado una nueva palabra, no estás solo. Googlié la palabra Tangofulness y resultó que no existía ninguna mención de ella en todo el mundo. Acababa de crear una palabra que nadie había escuchado antes, y sin embargo, de alguna manera, cuando la escribí por primera vez, tenía sentido.

Pronto descubrí que cuando creas una palabra, necesitas darle una definición, incluso una no tan buena. Creé muchas, pero había una que por algún motivo se quedaba conmigo.

Tangofulness es un estado de encarnación completa de múltiples capas de sentidodurante un momento tanguero.

Hay algunas palabras allí que pueden necesitar más definición.

Un momento tanguero puede ser un momento en el que bailas tango, escuchas música de tango, lees sobre el tango. También puede ser un momento en el que te estás preparando para ir a una milonga. Incluso puede ser un momento que simplemente incorpora cualidades que tú asocias con el tango, como momentos de dar, abrazar, ofrecer, cuidar.

La encarnación es un “entendimiento sentido”, el momento en el que comprendes algo no solo con tu mente sino que también puedes experimentarlo en tu cuerpo.

Miré la definición una vez más.

Tangofulness es un estado de encarnación completo de múltiples capas de sentido durante un momento tanguero.

Bueno, quizás encuentre una mejor definición cuando termine mi exploración, pensé. Y empecé. Busqué adentro y afuera.

En este libro, hallarás mi camino y mis descubrimientos. Descubrí que solo podía crear este libro, si podía compartir mis experiencias. Quise compartir tanto como fuera posible, dado que de otra manera no sucedería un cambio real, pero tenía miedo. Compartir información personal podría exponer a las personas que me ayudaron en este viaje y exponerme a mí mismo a todo aquel que esté allí afuera simplemente esperando para juzgar.

Necesitaba una forma de compartir algo personal, manteniéndome a la vez a salvo de discusiones polémicas, juicios odiosos, y lo políticamente correcto. Para hacerlo, decidí modificar las descripciones de algunas de las situaciones y cambiar algunos nombres. No mucho, pero lo suficiente como para evitar lastimar a nadie, y evitar exponer a personas que pudieran resultar lastimadas. Es mi protección para no compartir demasiado y exponerme a mí a las personas que tienden a juzgar demasiado antes de intentar comprender.

Permito que tú juzgues lo que es real y lo que no, qué sucedió realmente, si acaso importa.

Verás que he experimentado con varias ideas. Puedes empezar a preguntarte si existe una razón para tomarse el trabajo de asignar sentido a los diferentes elementos de tu vida tanguera. ¿Por qué no, simplemente, bailar y olvidar todo lo demás?

Por supuesto, cuando te enfocas en algo, tu atención se quita de otra cosa. La calidad de tu abrazo puede sufrir un tiempo si te enfocas en mejorar el movimiento de tus piernas, por el simple hecho de que nuestras mentes no pueden enfocarse en demasiadas cosas al mismo tiempo.

Mi objetivo era continuar experimentando hasta que algo se convirtiera en un hábito natural, algo en lo que no tenía que pensar más. Estaba buscando formas de encarnar nuevos hábitos para mejorar mi baile. Un hábito es algo que puedes hacer pensando lo mínimo posible. Toma algo de trabajo convertirlo en un hábito, pero luego está allí, creando una mejor experiencia de baile. Piénsalo igual que piensas la técnica de tango: estás practicando tu técnica para que tu cuerpo no se interponga en el camino a la hora de expresar tus emociones al bailar. Estás intentando incorporar un principio para que ya no necesites pensar en él. De esta manera, le permites a tu cerebro relajarse y tener la capacidad de enfocarse en lo que importa.

Al momento de emprender este viaje, sabía que todos nosotros ya hemos asignado algún sentido a todos los elementos de nuestro tango inconscientemente, o a veces, cuando aún no teníamos el entendimiento del tango que tenemos ahora. Nuestras mentes son máquinas de fabricar sentido. Automáticamente asignan sentido. A veces, ese sentido resulta empoderador. Pero la mayor parte del tiempo, puedes encontrar un sentido aún mejor para ti. Naturalmente, tenía sentido empezar reevaluando mi propio sentido encarnado para poder experimentar consciencia, conexión, y, sí, más sentido en mi tango.

Y simplemente así, comencé la exploración de tangofulness.

Nota: estos pensamientos son parte del libro Tangofulness: Explorando la conexión, la consciencia y el significado en el tango.

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